La artroscopia de hombro es un procedimiento en el que, a través de unas pequeñas incisiones en la piel, se introducen una pequeña cámara y instrumental especial en la articulación del hombro.
Esto permite ver el hombro por dentro, haciendo un diagnóstico más preciso de los problemas que ocurran en esa articulación. Además, se puede aplicar directamente un tratamiento quirúrgico puesto que la mayor parte de las estructuras del hombro son accesibles por vía artroscópica.
La artroscopia de hombro es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva, pero que nos permite acceder a los dos compartimentos que forman la articulación del hombro: la articulación glenohumeral y la articulación subacromial. Al ser poco agresiva el postoperatorio resulta menos doloroso para el paciente y nos permite un traslado domiciliario precoz. Se hace habitualmente bajo anestesia general, pero también puede hacerse con anestesia regional y sedación.
La duración del procedimiento depende del tipo de lesión existente en el hombro y de la reparación que vaya a practicarse, pero dura entre 30 y 90 minutos habitualmente.
El paciente suele pasar la noche en el hospital, para evitar el dolor postopeatorio. La rehabilitación posterior al procedimiento dependerá de la intervención realizada.